Hace tan sólo unos días terminábamos la Semana Santa.
Son días de descanso y vacaciones, pero todavía continúan vivas en muchos lugares de España las tradiciones de nuestros ancestros. Las procesiones son el ejemplo más claro de que hay costumbres que pasan de padres a hijos y perviven a lo largo de los años.
Por eso hoy quiero hablar de costumbres y tradiciones que no se han perdido.
Torrelapaja sigue el mismo patrón que el resto de pueblos y ciudades de nuestro país.
Algunas cosas han cambiado, pero me atrevo a decir que las tradiciones y costumbres de esta época del año son las que menos se han visto alteradas con el transcurrir de los años.
Además, tenemos elementos diferenciales con otros lugares que hacen de la Semana Santa de Torrelapaja un acontecimiento único.
No es mejor ni peor que la de otros pueblos o ciudades que cuentan con procesiones y pasos espectaculares, simplemente tiene ciertas peculiaridades que sólo existen allí.
Creo compartir el sentir de muchos torrelapajinos cuando digo que escuchar y cantar el Reloj de la Pasión o asistir al Encuentro de la Virgen con el Niño genera una emoción muy difícil de explicar con palabras.
En el post “Los juegos que llenaron nuestra historia y nuestras calles” hacía una cronología temporal de los juegos de los niños y niñas desde los años 40 del siglo pasado hasta los 80.
Mi intención en el presente artículo es hacer más o menos lo mismo, llegando incluso hasta 2019.
En esta ocasión me ha resultado mucho más fácil al tratarse de tradiciones todavía vivas.
Por ser Semana Santa, todas las tradiciones, salvo una, se refieren al ámbito cristiano y las celebraciones religiosas.
Día a día y evento a evento
La principal diferencia que existe entre lo que se hacía a mitad del siglo pasado y a partir de los últimos 25 años del mismo son los horarios: la misa de celebración de la última cena el Jueves Santo, los Oficios del Viernes Santo y la Celebración Pascual del sábado eran por la mañana.
El Viacrucis del Viernes Santo se realizaba tres veces entre Jueves Santo y Viernes Santo, aunque, como hoy en día, se hacía por el campo hasta la ermita de Santa Juliana. Las dos últimas estaciones estaban en la entrada de la ermita, una a cada lado de la puerta.
Al igual que en nuestros días, cuando el tiempo lo permite, se volvía por el camino de Berdejo cantando el Reloj de la Pasión. Este canto narra hora a hora lo que pasó desde el prendimiento de Jesús en el huerto hasta su sepultura y, salvo que algún lector me diga lo contrario, no lo he oído ni sé de su existencia en ningún otro lugar de la geografía española.
Me gustaría comprobar similitudes y diferencias con otros pueblos en los que también exista.
Todos los viernes de Cuaresma, incluido el Viernes Santo, se cantaba el Miserere en la capilla del Santo Cristo. Una parte la hacía el cura en latín y otra los fieles en castellano.
Desde que sus obligaciones se lo permitieron, D. Lucio Gil, natural del pueblo, era el sacerdote encargado de celebrar la Semana Santa y ayudar al cura de Berdejo y Torrelapaja.
Algo que yo no llegué a conocer fue la colocación del Monumento en la capilla de la Virgen del Rosario al concluir la misa del Domingo de Ramos.
Se trataba de módulos que, con una base de madera en forma de arco, tenían pintadas en tela gruesa escenas de la Pasión. Una rampa de acceso en el suelo ayudaba a darle profundidad.
Ante dicho Monumento, se hacía vela, igual que ahora, desde el Jueves Santo hasta los Oficios del Viernes Santo.
Las carracas y matracas todavía se usaban cuando yo era un chaval, pero es algo que se ha perdido en la actualidad.
Desde el Gloria de la misa de Jueves Santo hasta la celebración Pascual no sonaban las campanas y éramos los chicos y chicas en edad de ser monaguillos quienes recorríamos el pueblo anunciando los toques a misa.
En época de mis padres, cada niño (sólo los chicos eran monaguillos) tenía su propia carraca.
Lo que mejor y de forma más auténtica ha sobrevivido al devenir de los tiempos es la procesión del Domingo de Resurrección.
Esta procesión del Encuentro no es exclusiva de Torrelapaja, pero en cada localidad española tiene su peculiaridad.
En mi pueblo, el Encuentro se realiza entre Jesús Niño y su madre. La Virgen va cubierta con un negro manto hasta el momento en que se encuentra con su hijo y la tristeza y el llanto se convierten en alegría. La Virgen es portada por las doncellas o jóvenes del pueblo y el Niño por los niños y niñas.
Cuando había muchos más niños lo llevaban normalmente quienes ese año iban a hacer la Primera Comunión y todavía es costumbre que sean los comulgantes los que lo saquen y hagan la genuflexión del Encuentro.
Todo ello es narrado de forma detallada en un canto que se canta con mucha devoción.
Es una procesión muy emotiva.
A finales de los años 60 y primeros 70 estas tradiciones estuvieron a punto de desaparecer.
Durante varios años se suprimieron la procesión de Viernes Santo y la del Encuentro. Afortunadamente poco a poco se fueron recuperando y todavía perviven en nuestros días.
Para terminar, recuerdo con mucho cariño y alegría cuando el Domingo de Pascua por la tarde íbamos a comer la “culeca” a las Hoyas, la estación, la fábrica, …
La culeca no era otra cosa que un huevo duro y una torta.
La comida fue cambiando con los años, pero seguía viva la costumbre de juntarnos para merendar.
Las prisas de la vida moderna han hecho que esta tradición también se haya perdido, aunque aún quedan algunos nostálgicos y afortunados que todavía pueden ir a merendar esa tarde y recordar viejos tiempos.
Ya de niño me impresionaban estas tradiciones.
En 7º de EGB hice un trabajo sobre cómo era la Semana Santa en Torrelapaja. Me serví de fotos y cantos para demostrar sus peculiares y características diferenciadoras. Fue un trabajo escolar, pero fue un trabajo hecho desde el corazón.
En aquel momento no imaginaba que muchos años después abriría un blog para hablar sobre éstas y otras muchas costumbres que quiero mantener vivas en la memoria colectiva.
Aquel trabajo fue, de alguna forma, preludio de este blog.
Me enorgullece pensar que, a pesar de la gran transformación que todo ha sufrido especialmente en los últimos 20 años, todavía seguimos manteniendo vivas las mismas tradiciones de nuestros antepasados.
Me encanta escuchar el Reloj de la Pasión y me embarga la emoción cuando veo la cara de ilusión de los niños que llevan en su peana, engalanada con chucherías, al niño Jesús.
Este post, igual que el dedicado a los juegos, cuenta con una buena parte de vivencias personales de mi infancia y recordar aquella época me hace sonreír.
Gracias por seguir y leer mi blog, compartir los posts y animarme a seguir escribiendo.
Si tienes anécdotas e historias que hayas oído a tus padres y abuelos, no lo dudes, contacta conmigo y estaré encantando de publicarlas.